martes, 24 de julio de 2007

POESIA




CANTO

del libro "Señales que se eligen"
Lima, 1988. Ediciones Antares ©



Tanto esperé por ti

que empecé a encontrar ágatas en la pared

y comprendí que algo se expande a través del fervor


Tanto esperé por ti que te pareces a mí

como una empecinada milésima donde influye todo el mar

te pareces a mí desde hace tiempo

como una flauta dulce a medianoche

como el agua tiene algo que ver con el aire

o como un astro rodea un simple pensamiento

¿Tú sabes lo que es un astro que rodea un solo pensamiento?.



Luz María Sarria. Poeta peruana. Del libro "Señales que se eligen"

POEMA A LOS OBJETOS INANIMADOS

Cuando permanezco en mi paso semicircular
siento que algo me embiste continuamente
el lienzo color ocre es bueno piensas
la ventana se llena de grises
los pinceles te buscan esa fidelidad piensas
gris esta tarde
donde el aire te enloquece
ya nada se acostumbra a ti
sólo tu silla esculpida hacia presagios
¿Si la silla conjeturara?
¿Si acaso abriera sus brazos chirriando de madera
haciendo una forma amable para que tú te sientas?
¿Si acaso los muebles que me conocen impidieran tu salida
desdoblándose en la puerta?
¿Si acaso las ollas los vasos las sábanas
tocaran una flauta dulce?
¿Si acaso los pinceles ensayaran a coro conseguir de ti
la risa que vuelve donde tu retrato me diera un beso tangible?
¿Si acaso un poema se escape para besar al otro poema?
Todas las letras de mi casa se encienden y se desordenan
en señales que se eligen como duendes
siento textos de madera hablando del relieve
leo textos de madera
mientras dibujo el retrato que estoy haciendo de ti
mares de verdad avanzo tanteando
improvisando arrastro tu marea de quejas
y no es justo que estés encerrado como un animal
que sigue obediente mis manos reclamando
cómo dibujo sus semillas
y es arduo reemplazarte en este mar picado
distribuyéndote en esta vieja rueda de oración.

He hablado debajo de la superficie como un criminal
sometido a la invocación
¿dónde quedará clavado este marco de madera?
¿en qué universo se frotarán estas provisiones de calor?
¿hasta cuándo estaré implorando
que te conviertas en lo más pequeño
y guardarte en el escondite más secreto
más crédulo más antiguo?
el color lacre está sintiendo los gestos de tu cuerpo
tu nuca llena de misterios gozosos me recuerdan como era
este hombre color ojo que suspira por el ceño
se desvanece la madera la línea precisa
se despierta el volúmen de tu retrato
que me seduce y me procrea
se multiplica tu presencia
en hijos rojos verdes azules
a quienes no canto una canción de cuna
porque los hijos de una imagen odian los aplausos
y pulsan la idea de dios
conocen el contraluz y dudan de su origen
Pero ¿quién se atreve a preguntarle a la ficción
si tiene pesadilla o si reclama mayores reos
entre el romance y su sátira
entre el sueño y su corrupción
entre la idea y su baile sordo?
¿Salir de allí?
¿Algo se excede?
¿Reconocerse allí?
Es difícil porque se ve se huele y se toca
en la hermética médula instantánea sometida a la luz
y a la descomposición...
Temo que habría que callar.


viernes, 20 de julio de 2007

"CON GUSTUK"


Fragmentos, bocetos, trazos de mi Novela-Comic
Publicado en la Revista "con mucho gustuk"©



EL KARMA

El hecho de que me riera tanto en la infancia alteraba mucho a mi familia más cercana. Mi madre me decía ¿de qué te ríes todo el día? pareces una Hiena. (No sabía lo que era pero por el tono de su voz imaginé, detecté, sentí, que seguramente no era un animal doméstico, casero, querible) ¿Los animales se ríen? Qué raro, pensé.

Ella era buena gente -creo-, dulce y tierna -eso dicen-, pero en realidad era un espantapájaros de alto voltaje y yo queriendo volar de la cosecha, pero por algo se comienza, primero caminar, luego correr y luego vuelassss. Pero era difícil arrancar, por más que daba tres pasitos pa´ tras, pa´ tras, pa´ tras, luego..... ¡Pobre palomita, me conmuevo!

Comencé riéndome de mi madre, vacilándome, burlándome de su sistema, de sus creencias, de su tragedia, en fin... luego poco a poco con una sabiduría casi tropical comencé a reírme de mí, de mi vida: de la equivocación de la cigüeña, cigüeña bizca, famoso encargo. Un día me dijo que me había encontrado en una canasta en la puerta de la casa. ¡Joder! ¿y no habían vecinos?

Con lo años descubrí que los dioses sonríen, solo los humanos sueltan una carcajada, me alivié: no era una Hiena. Y así humana + que humana decidí que ya era hora de darle vuelta al origen -a solas, claro, en mi cuartito, con mis poemas, en mi escritorio-, decidía digo, sin darme cuenta, desactivarme de la tribu.

Ya para entonces me encontraba leyendo solo libros cuyos títulos fueran excitantes tales como “El antianatema” de Nietzsche, “El lobo en el fondo es un animal bueno” de H. Hesse y un libro desconocido y soterrado de Sor Juana Inés de la Cruz “La Juana se va a los puertos”. ¡Ups! ¿o era Johanna en el puerto soleando? ¿o era Joanne cantando fados encima de la cruz?

Mi risa era un rito descarnado. Un canto, un rezo, un pedido de transformación,
ahora lo sé.


MI MAMA MARÍA, MI MAMA ROSA

En donde quiera que estén, asumo que han pasado a la eternidad: una era flaca y la otra era gorda como salen en la tele, o sea, bien rellenas, alegres, buenas y haciendo dulces limeños como para chuparse los dedos.

Mi Mama Rosa era flaca porque era de Arequipa... y seguro había visto los volcanes, los límites, el frío, no sé, me imagino, nunca estuve en su vida, solo ella estuvo en la mía y no porque lo escogiera realmente si no porque... la vida es rara, injusta, esas cosas. Y chamba es chamba.

Es fácil nacer negra en la Costa, me imagino, pareciera, aquí se las ve contentas, ágiles, pero ser negra y flaca y de Mollendo en Lima, no debe de haber sido cualquier cosita. Es más, ella no era bella ni bailaba al caminar, no pués, no tenía El Son en sus apolíneas caderas. Creo que ni tenía caderas. Eran como se usan ahora: bien rectas.

Mi Mama Rosa era medio friona, escueta y patilarga, algo así como un Inglés viejón que vive en la India y que está agotado y se muere de calor y solo se encuentra allí por razones irracionales. Aquel que toma su té por las tardes y en el fondo-fondo, detesta a todo el mundo circundante: “Life ´s but a walking shadow, a poor pleayer….a tale told by an idiot...”

De ella aprendí la soledad, el estoicismo y las pocas palabras. No, no era ni tierna ni muy protectora pero curiosamente fue quien me acompañó solapadamente en la infancia, y por cierto, fue mi asistenta espiritual, en ese tiempo no habían asistentas sociales porque de haberlas habido ¿dónde habría terminado yo y varias de mis amigas con nuestros karmas tan similares.... que llamaremos elegantemente como esta canción tan bonita:

♪ “Se equivocó la paloma, se equivocabaaaa” ♪


Pero a veces y solo a veces, cuando ya estaba al borde del equinoccio y me le iba acurrucando en sus faldas a modo de un perrito callejero y golpeado, me decía: “Mucho te quiero potito pero no te alcanzo a besar” y cuando le jalaba el mandil para que se entere que estaba llorando y reclamaba a un nivel inédito su afecto me soltaba con gran vaivén y estilo su “Vendí a mi loro para no cargarlo” Ja, ja. ¡Mis respetos, Maestra!

(continuará...)
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