lunes, 31 de diciembre de 2007

¿Sabes dónde está tu Luna? ¿En qué signo y elemento?

""Son la 1 Papá" Nora Sidoine. Pintora Peruana





EL SIGNIFICADO DE LA LUNA EN LOS SIGNOS DE FUEGO, TIERRA, AIRE, AGUA.

El texto que les envío ha sido recogido y editado de los autores Liz Greene y Howard Sasportas, psicólogos y astrólogos, y cuya versión, orientación e investigación, resume ambas materias.

Para saber en qué signo se encuentra “Tu Luna” y si acaso no tienes la “hora de nacimiento” ENCONTRE UN TRUQUITO que puede resolver ese impasse.

Pongan el día, mes, año y lugar de nacimiento, recuerden que ya di los pasos a seguir para conseguir su mapa astrológico en el artículo “En qué signo se encuentra tu Venus” y que se encuentra en el Blog.

El truquito es poner primero la hora del inicio y la hora del final del día en cuestión. Tendrán que hacer/pedir/ dos mapas astrológicos.

PASOS A SEGUIR PARA QUIENES NO SABEN SU HORA DE NACIMIENTO:


En el primero pongan: nací a las 00 horas y 01 minuto y en el segundo poner nací a las 23 horas, 59 minutos. Chequear ambas posibilidades y podrán constatar en qué signo zodiacal cae vuestra Luna.

Podrían haber casos en los que cambie de Signo... OJO CON ESTO, lo bueno es que no abarcará mas de dos de ellos. Si así les tocara, recomiendo leer el contenido de ambos signos y para el caso de este artículo, en qué elemento de fuego, tierra, aire o agua.

Cualquier duda, me escriben a mi correo: luzmasarria@yahoo.com estaré atenta a partir del día 02 de enero 2008, tal vez antes, dependiendo del nivel de burbujas que haya acumulado en mi corazón.


LA LUNA EN SIGNOS DE FUEGO: ARIES, LEO, SAGITARIO
En todos los signos de fuego, la Luna refleja una profunda necesidad de sentirse especial, de ser reconocido como un hijo de los dioses. Instintivamente, uno siente que debería estar exento de los límites que se aplican al común de los mortales. Se trata de una necesidad Lunar innata que no es posible superar mediante el razonamiento.

Si está contenida y contrapesada por factores más sólidos en la carta (especialmente por planetas en aire, que le proporcionen una estructura sin sofocarla), la Luna de fuego puede dar origen a una poderosa imaginación unida al valor de expresar ese rico mundo interior mediante formas creativas.

La Luna en signos de fuego necesita sentir un significado, una conexión imaginativa con una pauta más profunda o más elevada de modo que uno pueda sentirse parte de algo más grande y más importante que este mundano planeta... Procura instintivamente vitalizar la realidad material con cierto dramatismo e imaginación. Lo que más aplasta a una Luna fogosa es una vida trivial, en donde no hay caballeros que monten corceles blancos ni damiselas en apuros ni tampoco figuras gigantescas y llenas de colorido que se escapen del mundo de los cuentos de hadas para compensar la existencia cotidiana.

Si a un niño con una Luna en fuego no se lo toma en serio cuando intenta llevar a la vida diaria lo que tiene de vívido su mundo imaginario, el resultado puede ser que se refugie en fantasías grandiosas, totalmente escindidas de la vida ordinaria. Uno siente que es un genio, un gran artista o un avatar del espíritu aunque el montón de los de afuera sean demasiado estúpidos o ignorantes para reconocerlo.

LA LUNA EN SIGNOS DE TIERRA: TAURO, VIRGO, CAPRICORNIO
Para la Luna en tierra, la importancia suprema corresponde a las necesidades corporales, aunque las cosas que pueden proporcionarnos una seguridad corporal simbólica son muchas. Por ejemplo, el hogar es una especie de cuerpo, un útero dentro del cual nos sentimos seguros y protegidos. Vender su hogar para mudarse a un vecindario diferente puede ser una experiencia terrible y profundamente traumática (en especial si sucede en la infancia) aunque ésta experiencia halla sido perfectamente ordenada y organizada.

De todas maneras, tendrá la sensación de que si lo hubieran desalojado de su cuerpo y el abismo estuviera al acecho. Si no se tiene en cuenta estas necesidades, la angustia y la aflicción del desarraigo pueden prolongase mucho, incluso si se pasa por alto o se niega la fuente real de estos sentimientos.

La Luna en tierra es profundamente ritualista: tomar el desayuno, leer el periódico, ducharse, vestirse, rituales de enorme importancia porque le proporcionan la clase de concentración en el cuerpo que necesita para sentirse bien. En el fondo, lo que le proporciona la sensación de bienestar y equilibrio es la seguridad que brinda la “mera repetición del ritual”.
Hay una profunda resistencia al cambio material y son a veces sumamente obsesivos, en especial cuando la persona está muy tensa... Si la Luna se expresa inconscientemente, es probable que actúe de manera compulsiva y estos rituales sirven para protegerse de la angustia.

Es frecuente que a la Luna en tierra le preocupen mucho la seguridad material y la aceptabilidad social, por más que concientemente lo niegue y una vez más se puede saber por qué: tanto los objetos valiosos o bellos, como el dinero y la respetabilidad, proporcionan una especie de cuerpo seguro, un bastión contra los fríos vientos del caos.
Cuando el nativo niega estas necesidades lunares fundamentales debido a una sobrevalorización del nivel intelectual o espiritual de la vida, la Luna en tierra tiene una manera peculiar de generar no sólo síntomas corporales, sino también un comportamiento obsesivo y compulsivo.

Con la Luna en tierra, hay una necesitad instintiva de estar ocupado, de sentirse útil, de hacer algo en lugar de perder el tiempo. Está en constante movimiento aunque a veces este sea muy lento y pausado dado que sintoniza con los “ritmos” de la naturaleza.
La Luna en tierra es además muy táctil y sensual con gran necesidad de afecto físico y de estímulos “sensoriales” que no es lo mismo que “sexuales”.

LA LUNA EN SIGNOS DE AIRE: GEMINIS, LIBRA, ACUARIO
Los nativos de la Luna en aire podrían decir: “Necesito comunicarme con la gente, odio estar solo y no tener a nadie con quien hablar” o “necesito estar rodeado de belleza, no puedo tolerar un ambiente feo y tosco”. Efectivamente esas son las exigencias fundamentales para la Luna en aire.
El Sol en un signo de aire puede esforzarse por su evolución intelectual, pero la Luna solo necesita un contacto verbal y una estimulación en el nivel mental. Hay una complacencia en jugar con las ideas que hacen que este nativo se sienta mentalmente vivo.

La Luna en Géminis es un charlatán incorregible, piensa que la gente es fascinante y que hablar de los demás es un entretenimiento interminable,
Los signos de aire son seres sociales, gregarios por naturaleza, pueden ser introvertidos pero buscarán un contacto mental con los demás... claro, de forma selectiva. Además hay un natural sentido de lo estético.
El idealismo del aire, combinado con las necesidades instintivas de la Luna, produce una profunda avidez de un mundo hermoso e inteligible, y con frecuencia en estos nativos hay una hipersensibilidad que reacciona con mucha angustia ante la confusión y la ambigüedad habituales en las relaciones humanas.

SU SENTIDO ESTETICO TIENDE A ALEJARLOS DE TODA DINAMICA EMOCIONAL COMPLEJA: Las inevitables confrontaciones emocionales les son insoportables. Necesitan libertad en las relaciones y tienden al análisis de las mismas; más que sentirlas prefieren pensarlas, analizarlas.
La Luna en aire retrocede ante la fusión, hay una necesidad de preservar el ideal intacto, sin dejar que la realidad de otra persona lo contamine demasiado. La mente es una gran constructora de fronteras... así como los sentimientos las disuelven.

Hay un malestar y un disgusto por las formas demasiado fijas o por lo que está limitado por la emoción. Las deidades míticas que presiden el imperio del aire son criaturas sumamente independientes.
Una Luna en aire que se siente ahogada tiende a la depresión, que puede ser inconsciente debido a la tendencia a la disociación, puede haber una apatía y una desesperanza enmascarada de una frívola sociabilidad.
La Luna es aire no es fría, pero el hecho de que ocasionalmente se muestre poco demostrativa y su necesidad cíclica de retraimiento emocional, pueden ser una mezcla inadecuada para un padre o madre con muchas exigencias emocionales.
La necesidad de comunicarse no es lo mismo que la necesidad de fundirse. Si la naturaleza esencial de la Luna se siente rechazada en la infancia, entonces la persona puede crecer sintiéndose profundamente culpable e indigna de ser amada, porque cree que es “poco cariñosa”.

LA LUNA EN SIGNOS DE AGUA: CANCER, ESCORPIO, PISCIS
La Luna en agua
necesita sobre todo recibir la respuesta emocional de los demás. Es lo más importante del mundo para ella, aunque la respuesta sea de odio o de cólera.
El intercambio de sentimientos es un medio de acercar entre sí a la gente. Uno ya no está solo y separado, porque los sentimientos son el disolvente que permite derribar las barreras que lo separan de la vida.
No hay nada que active mas rápidamente la angustia en alguien con la Luna en agua que la falta de respuesta de otra persona, porque la sensación es la de caerse en el vacío. Se deja de existir, solo se siente segura si está fusionada con los demás.

Es fácil inferir que cualquiera que rechazara sus sentimientos, provoque o desate un comportamiento emocional descontrolado. El dilema de una Luna en agua es complicado, porque si uno necesita la respuesta de los demás ¿cómo puede alimentarse solo?
Una Luna bloqueada en los signos de agua tiene una manera propia de generar un comportamiento profundamente manipulador a fin de obtener el cuidado y la atención que necesita.
Toda esta dependencia emocional parece empalagosa y cargante, y si la revelamos en toda su magnitud nadie nos amará y sin embargo es un círculo vicioso, porque cuanto más resentida se siente la Luna de agua porque la rechazan o no le hacen caso, más manipuladora tiende a volverse, y tanto más forzados se sentirán los demás por la intensidad de sus exigencias emocionales encubiertas.

Vale la pena que quien tenga a la Luna en un signo de agua se pregunte si puede valorar lo que siente sin necesidad de ningún sello de aprobación externa.
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martes, 11 de diciembre de 2007

Los rostros más bellos de la historia del arte

CLIC AQUI: http://es.youtube.com/watch?v=NWZKGXAhssQ


Nada que comentar; poco que decir, salvo estas líneas que aparecen de pronto:

"A thing of beauty
is a joy for ever"

J. Keats

sábado, 8 de diciembre de 2007

"En el Diván de la Psicoanalista"

"del_ iv_rojo" Rafael Hastings. Pintor Peruano



Cuentoema


(1)
ME GUSTA que el mar sea largo.
La cerveza helada. Algo me está matando. Estoy en el marco del retrato pero sigo. Un niño se abrió la camisa. Me enseñó una herida. No era grande pero es grave. Le doy lo que puedo. (No hay pócimas) Me hace adiós con la mano. Espera que me vaya. Voy a la playa: él no está en la playa.


Hay un hombre y dos muletas. Habla con el mar. Hace un discurso. Mueve las manos. Hay dos pescadores: un hombre y una mujer se besan. El mar, el mar y el infierno. Recuerdo a León Felipe "... los ojos se han hecho para ver..." Sí, claro, veo. El señor de las muletas se va. Tres piernas y la arena. Un salvavidas corre por la playa ¿dónde estuvo el verano pasado? ¿dónde estuvo a mis siete años, nueve, quinceaños?


Junio es blanco este año, como lo debemos haber sido Ana y yo. Alguna vez. Un papel en blanco. La piedra no escoge al escultor. El creyente tampoco escoge. Una casa. Una madre. Dos hermanas. ¿Alguien pudo jugar a los dados? (Temía ir a casa de Ana en estos días) ¿Alguien pudo jugar a los dados, ganar y partir?
Los años pasan pero el mar sigue ahí. Incólume. Igual a sí mismo: la mar debiera decir. Devoradora. Amenazante. Sola. Sola.


Aviso a los románticos que el mar se lo come todo. Escribo. Escribí en mi diario. Esos que tienen candado: un día lo encontré abierto, en mi cama, todo leído. Vergüenza. Escultura que tiene vergüenza. Eso soy. ¿Cómo estará Ana? Hace días que no la veo. Me preocupa su voz por el teléfono. En el timbre de su voz algo se craquela a veces. Su dolor es como una segunda voz. Lejos, muy lejos, eso yo lo sé. Lo sé muy bien. (No llores Ana, yo fui feliz con la muñeca, las dos eran bonitas. Yo estaba durmiendo, para mí era igual: tú no la robaste)


Tengo miedo de ver a Ana en estos días.


La belleza. La belleza otra vez. Mi estigma. La belleza y la alegría que mi madre me adjudicó a su libre albedrío y como un acto de su legítima defensa... ¿Quién era el contendor? Yo, María. De sus hijas la menor. Producto de la violencia del padre. Así me dijo: con ropa y todo. Así me lo contó. ¿Cómo podría ser, se preguntaron mis trece años? ¿cómo podría ser se preguntaron luego mis estudios de cubismo? Si mi madre hubiera estado teatralizando cuando decía: "He sentado a la belleza en mis rodillas y la injurié" hubiera sido mejor. Hubiera sido más real en su ficción y no al revés como fue. Como exactamente fue.


(2)
Esto es una tragedia. Lo que cuento es una tragedia. Pero pasa, pasa. La hoja que nace del árbol cambia. El río no es el mismo río ¿Heráclito tendrá razón?
Pobre Ana: de nosotras dos: a ella le tocó ser el espejo de la madre. Seria y resignada como quería la madre. Arisca y abandonada como la madre. Pero, sobre todo, mas triste que yo; menos bella que yo. Y siempre la envidia puesta. Delineada. Pulida. Sellada. Sobre Ana mi hermana que lloraba en las noches, mientras yo temblaba.


La vida no se conforma con las formas. Quiero decir mi vida o la suya. Pero se habitúa. Es decir que se deshace y se restaura. Es así como comencé a convertirme en la sombra de Ana. Con una dulzura de la que ahora no soy capaz, estuve siempre en sus silencios. En sus cambios de humor. En su ¿me queda bien este vestido? En sus relatos –tarde en la noche- acerca de Felipe. Estuve también en los chismes. Me hice amiga de sus amigas: como sombra claro. (Nunca molesté, nunca opiné) Nunca hice acto de presencia. Me entretenía con esa adolescencia circunstancial, precoz. Así estuve echada en la cama por meses, escuchando los preparativos y las conclusiones que le hacían sudar las manos a cualquiera de ellas. La preferencia por Felipe era evidente. Pero ¿Quién lo ganaría? ¿Cómo, cuándo, de qué forma?


Se desplumaba el gallinero: Se comían a sus hijos las gallinas: como sueños con pudor que se esconden sin hacer bulla y de los cuales no debe quedar ninguna evidencia.
Así descubrí la timidez de los sueños y su proceso de exterminación.

Solidaria con Ana. Pegada a Ana. Escondida detrás de ella ¿quiénes éramos? Los esclavos no se miran jamás. No deben hacerlo. No pueden hacerlo. En mi calidad de sombra: fue fácil evitar la palabra, el grito y la súplica. En mi calidad de sombra, fue sencillo ser golpeada y amanecer luego en mi cama, inevitablemente viva mientras se acababa el verano: el que se va con las manos blancas y sudadas. El de barrer y limpiar la casa. El de escupir sobre los pelos y el polvo que quedaban en suspenso.

Ambas escupían. Ana y mamá. Pero la escena se me quedó gravada, y la reconozco a veces en los ojos: de alguna que otra mujer.

(3)
En la mudanza de la casa de verano a invierno. En el camión de la mudanza. Y en el techo donde yo testimoniaba mi propio mudar: me fui apropiando de ciertas canciones, sonidos matemáticos, números míos, - cifras cortas que yo repetía- como un conjuro contra ese paraíso terrenal. Así comencé a tener ciertos poderes sobre los animales. Sobre los que se arrastran. Toda clase de serpientes, víboras y boas quedaban congeladas como en el juego de las estatuas. Empecé a desplazarme. Mi belleza no alteraba a los demás seres del reino humano, animal, ni vegetal.


Al principio de mis poderes. Todavía herida. Todavía con las aglutinaciones en mi sangre: con los colores azul rojizo producto de la correa y de la hebilla: quise proponerle a los poetas en una sesión especial: que comieran carne humana. Les ofrecía un plato exquisito. Fantaseé haciendo las señales, hacia un tesoro escondido. Les decía, es una madre, es una Madre Peruana y es además proteína pura.

César Moro me miraba deleitándose con un cigarrillo entre los dedos. Westphalen caminaba de un lado a otro. En París había hambre. Vallejo no estaba en esa reunión. La decisión era difícil: no contaban conmigo. No confiaban en mí. Nadie nos había presentado: y además, yo era mujer y era bella, rubia y peruana.
Algo hicieron por mí en esas breves conversaciones. Mi cuerpo comenzó a tener el color de su propio cuerpo. Ya no me dolía el dolor. Podía desplazarme. Desaparecer. Pensar. Hicimos un pacto. En todo cambio de estación: estaría con ellos: estaría entre ellos. Podría escucharlos. Podría dormir tranquila. Eres un Bonsai: me decían, eres un Bonsai Isósceles.


(4)
Como dos animales en una jaula. Dando vueltas. Sabiendo que romper algo no tendría sentido. Que gritar iba contra las leyes de la estética. Repitiéndonos: hoy es una tarde cualquiera: esta eras Ana en la mano derecha, y esta eras María en la mano izquierda. Con los puños bien apretados y en alto. Señal de alguna victoria. Pero con los ojos bien cerrados y con la boca también cerrada: comprendíamos que la ley estaba dada. Y vencer. No correspondía a ese extraño territorio: las puertas estaban cerradas -y la Madre -, la cúspide de ese triángulo Isósceles, sabía muy bien aquello de las tres líneas que se cortan mutuamente.

La injusticia era obvia. El arquitecto había decidido que a modo de un círculo invisible: se desgarrarían lo bello y lo triste; el encuentro y el desencuentro; también se desgarraría el amor que nos teníamos Ana y yo. Escribo sin control. Se mezclan la sangre y la reflexión:

La infancia nunca fue feliz para nadie. Nadie escoge el lugar donde nace. Ni las verdades por las que entrega su vida. No se elige la carencia o la abundancia. El mediano-corto- o largo- pensamiento, tampoco se escoge: los conceptos, sólo se someten a la imitación

Mutatis Mutandis: es así que decido ir a casa de Ana y preguntarle... ¿por qué no cambiamos al triángulo Isósceles por un paralelepípedo?

¡Por fín! ¡Escuché! La primera sonrisa de Ana. La risa y la primera carcajada de Ana: que desde entonces se ha ido resolviendo como un figura libre en el espacio. Como una línea vital: como una ecuación que se hace y se rehace. Los encantos, de la geometría. Pienso. Mientras escribo sin candado. Frente a mi cerveza. Frente a otro mar. Y ya sin vergüenza: digo ahora. Que no soy yo la que escribe. Que no soy yo quien escribe cuando dice: Bonsai, si alguna vez has montado el tigre, no lo desmontes, porque si no te comerá.
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Propiedad intelectual de Luz María Sarria
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