viernes, 20 de julio de 2007

"CON GUSTUK"


Fragmentos, bocetos, trazos de mi Novela-Comic
Publicado en la Revista "con mucho gustuk"©



EL KARMA

El hecho de que me riera tanto en la infancia alteraba mucho a mi familia más cercana. Mi madre me decía ¿de qué te ríes todo el día? pareces una Hiena. (No sabía lo que era pero por el tono de su voz imaginé, detecté, sentí, que seguramente no era un animal doméstico, casero, querible) ¿Los animales se ríen? Qué raro, pensé.

Ella era buena gente -creo-, dulce y tierna -eso dicen-, pero en realidad era un espantapájaros de alto voltaje y yo queriendo volar de la cosecha, pero por algo se comienza, primero caminar, luego correr y luego vuelassss. Pero era difícil arrancar, por más que daba tres pasitos pa´ tras, pa´ tras, pa´ tras, luego..... ¡Pobre palomita, me conmuevo!

Comencé riéndome de mi madre, vacilándome, burlándome de su sistema, de sus creencias, de su tragedia, en fin... luego poco a poco con una sabiduría casi tropical comencé a reírme de mí, de mi vida: de la equivocación de la cigüeña, cigüeña bizca, famoso encargo. Un día me dijo que me había encontrado en una canasta en la puerta de la casa. ¡Joder! ¿y no habían vecinos?

Con lo años descubrí que los dioses sonríen, solo los humanos sueltan una carcajada, me alivié: no era una Hiena. Y así humana + que humana decidí que ya era hora de darle vuelta al origen -a solas, claro, en mi cuartito, con mis poemas, en mi escritorio-, decidía digo, sin darme cuenta, desactivarme de la tribu.

Ya para entonces me encontraba leyendo solo libros cuyos títulos fueran excitantes tales como “El antianatema” de Nietzsche, “El lobo en el fondo es un animal bueno” de H. Hesse y un libro desconocido y soterrado de Sor Juana Inés de la Cruz “La Juana se va a los puertos”. ¡Ups! ¿o era Johanna en el puerto soleando? ¿o era Joanne cantando fados encima de la cruz?

Mi risa era un rito descarnado. Un canto, un rezo, un pedido de transformación,
ahora lo sé.


MI MAMA MARÍA, MI MAMA ROSA

En donde quiera que estén, asumo que han pasado a la eternidad: una era flaca y la otra era gorda como salen en la tele, o sea, bien rellenas, alegres, buenas y haciendo dulces limeños como para chuparse los dedos.

Mi Mama Rosa era flaca porque era de Arequipa... y seguro había visto los volcanes, los límites, el frío, no sé, me imagino, nunca estuve en su vida, solo ella estuvo en la mía y no porque lo escogiera realmente si no porque... la vida es rara, injusta, esas cosas. Y chamba es chamba.

Es fácil nacer negra en la Costa, me imagino, pareciera, aquí se las ve contentas, ágiles, pero ser negra y flaca y de Mollendo en Lima, no debe de haber sido cualquier cosita. Es más, ella no era bella ni bailaba al caminar, no pués, no tenía El Son en sus apolíneas caderas. Creo que ni tenía caderas. Eran como se usan ahora: bien rectas.

Mi Mama Rosa era medio friona, escueta y patilarga, algo así como un Inglés viejón que vive en la India y que está agotado y se muere de calor y solo se encuentra allí por razones irracionales. Aquel que toma su té por las tardes y en el fondo-fondo, detesta a todo el mundo circundante: “Life ´s but a walking shadow, a poor pleayer….a tale told by an idiot...”

De ella aprendí la soledad, el estoicismo y las pocas palabras. No, no era ni tierna ni muy protectora pero curiosamente fue quien me acompañó solapadamente en la infancia, y por cierto, fue mi asistenta espiritual, en ese tiempo no habían asistentas sociales porque de haberlas habido ¿dónde habría terminado yo y varias de mis amigas con nuestros karmas tan similares.... que llamaremos elegantemente como esta canción tan bonita:

♪ “Se equivocó la paloma, se equivocabaaaa” ♪


Pero a veces y solo a veces, cuando ya estaba al borde del equinoccio y me le iba acurrucando en sus faldas a modo de un perrito callejero y golpeado, me decía: “Mucho te quiero potito pero no te alcanzo a besar” y cuando le jalaba el mandil para que se entere que estaba llorando y reclamaba a un nivel inédito su afecto me soltaba con gran vaivén y estilo su “Vendí a mi loro para no cargarlo” Ja, ja. ¡Mis respetos, Maestra!

(continuará...)
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