viernes, 12 de octubre de 2007

HISTORIAS ALREDEDOR DE UNA FAJA

"El estallido" de Johanna Hamann, escultora peruana


FRANGMENTOS DE NOVELA-COMIC "Con Gustuk" (2a entrega)

HISTORIAS ALREDEDOR DE UNA FAJA

La BB (que no es de Londres ni siquiera la Bardot sino la purísima Beauty que en adelante denominaremos la BB) no es que tuviera el mejor “Derrìere” de Lima, pero en plena adolescencia su madre la obligaba a ponerse una faja dura y agobiante. Desde las piernas hasta la cintura. Esto iba contra las leyes de la estética, incluso no tenía nada que ver con las costumbres de la época…bueno (+ -), pero, extrañas formas de plástico moldeable tenían que entrar en sus caderas justo cuando tenía una fiesta o cuando iba a salir con sus amigas.

La BB se sacaba la faja a la salida de su casa, (mientras bajaba las escaleras ya se la iba soltando) también en el cine, en el carro previo al cine, en el baño del cine, donde fuera. Se subía y se bajaba la falda con una rapidez que hacia reír a sus amigas que sentían un poco de pena porque se pasaba la vida castigada y las pocas veces que lograban encontrarse la veían... tubular.

La BB no podía contener sus emociones, la faja no la dejaba respirar, así que con esa tendencia a expresarse, hablar, contar y luego reírse, metía la faja en la cartera con una velocidad tan impresionante que en lugar de faja parecía un Kleenex.

Con el tiempo esta costumbre se le acentuó. Solo sus amigas sabían que cuando ella comenzaba a subir y bajarse la falda, cuando le comenzaban estos tics, (que tantos problemas le darían después), se trataba solamente del pánico que tenía a que en un impromptus apareciera su madre... y la viera sin faja.


Malecón de Ancón

ESE VERANO en el Balneario de Ancón estuvo castigada todo enero !y hacía un calor!. No podía salir, no la dejaban ir a la playa, a lo máximo recibía a sus amigas en la entrada de la casa. ¿Pero qué has hecho para que te castiguen así, Gordi? le preguntaba su amiga Tere que siempre le buscaba la boca y que se cagaba de la risa. La habían botado del Colegio en pleno quinto de primaria.

A la BB no le gustaban las santitas. Esas que se sacan las mejores notas son unas hipócritas, decía. Y fue así como un día le contó a la más santita en plena fila del Colegio lo que le hacía su Papá a su Mamá (a la Mamá de la santita), eso que le había contado su primo en secreto… eso que le mete el hombre a la mujer… Luego a los dos meses la llamaba la monja a su escritorio a imprecarla por pecado de escándalo y para esto la BB ya no se acordaba de qué le había dicho a la famosa primera de la clase… Algo “que sucede entre el hombre y la mujer”… insistía la monja pudorosamente, y la BB ni se acordaba, encima jamás había sido amiga de esa tonta. Jamás hablaba con ella. ¿Qué estaba pasando? Hasta que se acordó, soltó un ahhh… y le dio risa (a lo Gioconda, Colegio es Colegio). La botaron solapadamente: cartita llega casa, debajo puerta, presentación elegante.

Desde entonces la BB sintió que llevaba un pecado muy grande encima, pecado que no se iba a borrar fácilmente. Y como dicen los Profesionales... luego de SU falta, su castigo... de su rosa solo las espinas... de su paraíso solo los insectos...

Nota: Ya todo estaba listo para que la muchachita ingresara a un colegio Alemán, interna, por cierto.

AL INTERNADO, ME CORTO!

Monjas hay de todo tipo, pero las del Sagrado Corazón eran más bonitas y apestaban menos. Seguro sería porque el Beata Imelda quedaba allá por Chosica, un clima caluroso, pero ¡qué fea era la Schwester Relindis!. No sé, había un Papa que tenía una nariz gorda y grande y algo así como un lunar encima, en algún cuadro, no recuerdo bien, bueno pues, la Schwester Relindis era igualita a ese Papa. En cambio la Madre Peirano era linda, apolínea, blanquita ella, nariz casi griega, ojos azules, flacaaaaa, una podía creer en dios así, porque imagínate, tan linda y prístina y espiritual, en cambio allá en medio de ese calor dios estaría absorto, pasmado, deprimido.

También pegaban las muy… cachetadas por aquí y por allá. Y uno de los castigos era que te hacían levantar a las 05:00a.m. y te enviaban al cuarto de la ropa sucia. Sendas bolsas colgantes y medio cerradas en donde se guardaban toda clase de medias, blusas blancas y no tan blancas, etc. Bueno como tenía buen humor y mucho sueño yo me echaba encima de alguna, probablemente la mía y me quedaba dormida hasta la campana. De ese colegio lo único que recuerdo es la frase -en Alemán, claro-, que es algo así: ¿can ich su bather simmer ghehe? que quiere decir ¿puedo ir al baño?. Y lo otro que recuerdo, (y lo último), es cuánto me sacaba los pelos y los ponía en la sopa pero ellas pesadísimas me enviaban otra sopa igual de insufrible.

Mi actual pérdida de cabello me las recuerda pero ya no se Alemán ¡Con lo bien que me caerían esos gruñidos!

Nota: Duré un año en ese colegio, nada más, debe ser como dicen los franceses, por un asunto de piel. Y cual valcesito volví pero a otro Sagrado Corazón. Bien lindas eran las monjitas, bien buenas, un poco tontas pero buenas.


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